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El Sotano

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  El Sotano

La historia que les voy a contar a continuación deja entrever hasta donde es capaz de llegar nuestra mente dentro de un letargo profundo de sueño inadvertido.  La mayoría de las personas tienen problemas para conciliar su sueño a diario, pero en mi caso pocas veces eso sucede.  Científicamente está probado que los sueños o pesadillas son interpretaciones que revelan nuestro estado anímico involuntariamente y que son detalladas cuando caemos en el más profundo letargo al dormir.  Hoy les muestro uno de mis letargos más obscuros sin explicación ninguna.

 

 

Hace ya aproximadamente un año la pequeña Elizabeth había cambiado por completo su comportamiento levantando preocupación en la escuela por la manera en que se había retraído con todos.  Su mama había sido avisada ya varias veces, pero era Steven (su papa) quien se encargaba de todas las cosas que tenían que ver con la pequeña.  Elizabeth ya estaba por cumplir los 10 años y siempre fue una buena niña, siempre fue muy vocal donde contaba sus cosas sin ninguna vergüenza y compartía con todos llegando inclusive a abogar con su mama por el bienestar de personas y mascotas que ella sentía de alguna manera eran muy cercanas a ella.

 

Una mañana Paola (su mama) se levantó más temprano de lo normal para poder terminar unos trabajos que tenía pendiente de la oficina antes de salir y así también tener el desayuno listo para antes que Steven se levantara.   Llevaba uno días pensando cómo iba a hacerle el acercamiento de lo que estaba pasando y aquella mañana era el momento correcto para hablar con el sobre lo que estaba pasando con la pequeña.  La comunicación con él siempre había sido una excelente, pero desde que la niña comenzó a cambiar su carácter hablar con él ya no era lo mismo. Steven comenzó como un pequeño experimento en la vida de Paola cuando se conocieron.  Un hombre callado, amable pero retraído que logro ganarse su corazón llegando a creer ciegamente que podía pasar el resto de su vida a su lado con la convicción de que cuando se casaran y tuvieran hijos el sería diferente.

 

  • Buenos días Steven el desayuno está listo, - Le dijo en voz baja pero firme.

  • Hola no creo que vaya a desayunar.  Tengo que ir al Sótano y llevar la niña a la escuela.

  • Aun es temprano cariño.  Come algo y así podemos hablar de algo que debemos resolver

  • Si me vas a hablar de la niña sabes bien lo que pienso de eso y de verdad por mí que ni vuelva a la escuela en lo que le buscamos otra.  Ella necesita estar cerca de su familia no de gente hipócrita que no saben trabajar con personas como ella.

 

Paola seguía tratando de entender porque todo había cambiado tan drásticamente en tan poco tiempo y como aquel hombre seguía esquivando apropósito todo lo que ella le decía o sugería.

 

  • Steven tenemos que resolver esto, estoy muy preocupada y como se siguen dando las circunstancias creo que lo mejor es llevarla a la Dra. Genesis

(Psicóloga Pediátrica) para que la evalué y nos ayude a ver qué es lo que tiene.

 

Aquellas palabras recordaron la niñez de Steven en un santiamén.  Su mente recordaba aquellas largas sesiones donde era llevado por su madre exigiéndole que fuera más normal.  Que se comportara como un hombrecito y dejara las niñerías que siempre Tenia según ella con las demás personas y con sus deberes en la casa. El tic nervioso que había desaparecido por años de su ojo izquierdo se manifestó levemente poniendo de inmediato una de sus manos en su cara para controlar el mismo sin que Paola se diera cuenta.  No estaba de acuerdo para nada con aquella sugerencia de su esposa, pero sabía que había que hacer algo, aunque aquello de alguna manera llegara a perjudicar toda la relación familiar en la casa.

 

La Dra Genesis era una mujer joven de pelo largo rubio delgada que hacía que sus casi 40 años apenas se notaran.  Steven había accedido a llevar la niña y aunque ya habían pasado unas 2 sesiones desde las quejas de la trabajadora social de la escuela aun ella no había logrado nada que le diera oportunidad de conseguir resultados favorables con la pequeña.  No fue hasta la 3era sesión que ella noto que había algo más turbio de lo que pensaba.  Todo había transcurrido como las dos anteriores hasta que al final luego de las mismas preguntas de siempre decidió saber si su papa tenía algo que ver con su conducta a lo que ella solo contesto.

 

  • Mi papa solo quiere que haga lo que él quiere.  

 

A partir de ese momento la Dra. Sabía que faltaba algo en sus palabras para llegar a la conclusión de que era lo que había llevado a aquella pequeña a cambiar todo su comportamiento de la noche a la mañana.  Tomo notas en su libreta y cuando llego Paola a recogerla le pregunto si podían hablar unos minutos.

 

  • ¿Dígame que puedo hacer por usted Dra.?  ¿Encontró algo que nos pueda decir que está pasando con Elizabeth?

 

Y luego de frotarse las manos y pasarlas por su rostro preocupado le dijo.

 

  • Ya por fin en esta sesión tengo un panorama un poco más claro. 

  • ¿Eso es bueno verdad?

  • Claro. Pero me gustaría preguntarle algo.

  • Adelante.

  • ¿Ah notado algo raro en el comportamiento de su esposo durante este último año hacia la niña?

  • ¿Ah que se refiere?

  • Que si ha visto un cambio sustancial de comportamiento de su esposo con la niña. 

  • No sé qué me quiere decir. Pero Steven ve luz por su hija y nunca le haría daño.

  • Disculpe no estoy diciendo que sea eso así, No me mal interprete solo quiero saber si ha notado algo diferente en él.  Según usted me conto su esposo también paso por una niñez algo complicada que lo llevaron a necesitar ayuda durante su juventud

  • Bueno, la realidad es que desde que ella esta así, (no es que este alejado de nosotras) pero si pasa más tiempo en el Sótano de la casa que antes.

  • Y esas veces que lo ha visto ahí, va solo o con la niña.

  • No sé a dónde quiere llegar con esto Dra. Pero como le dije mi esposo sería incapaz de hacerle algo a nuestra hija.

  • Está bien Sra.  La entiendo.  Solo quiero saber, nuevamente le pido disculpas y las espero la semana que viene para la próxima cita.  ¿Está bien?

  • Claro que sí, hasta la próxima semana.

 

La Dra. No quedo complacida con la respuesta de la madre y luego de aquella conversación espero unos días para ir a visitar la niña a la escuela.  Como era costumbre Steven era quien se encargaba de llevarla mientras Paola viajaba temprano a su trabajo.  Para Steven la responsabilidad con su hija siempre había sido primero que nada y era por eso que siempre estaba pendiente a todo lo que tenía que ver con sus necesidades dentro y fuera del plantel.  Steven había llegado y luego de estacionar el auto se bajó con el bulto de la escuela de Elizabeth de inmediato y tomándola de la mano salieron en dirección hacia el salón donde tomaba su primera clase.  Steven iba poniéndole la mochila a la niña cuando de pronto apareció en su camino la Dra. Genesis

 

  • ¡Holaaaaaa Elizabeth! que bueno verte. – Mientras intentaba hacerle gracias y darle un abrazo al que la niña con un gesto de desagrado no le contesto.

  • ¿Qué hace aquí Dra? – La miro muy sorprendido.

  • Vine a hablar con la trabajadora social del caso de la nena y me gustaría hacerle unas preguntas si no es molestia.

  • ¿Qué quiere saber?  Ya que como ve estamos con algo de prisa.

 

Y mirándolo como si quisiera leer sus ojos le pregunto.

 

  • ¿Cuántos años tuvo de terapia luego de la muerte de su madre?

Luego de esa pregunta Steven se dio cuenta que ella ni iba a parar de insistir así que mirándola con un rostro totalmente inexpresivo le contesto.

  • Cinco.

  • ¿Y fue luego de ahí que conoció a Paola verdad?

  • Si.

  • ¿Porque ahora pasa más tiempo en el sótano de su casa que con su familia? ¿Se lleva con usted a Elizabeth para el sótano?

  • Creo que se le acabo el tiempo Dra.  – Mientras su rostro tomaba otra postura hacia sus preguntas y sus gestos ya no eran de agrado.

  • Oh, lo siento no quise incomodarle, pero es que sabe que mi trabajo es vigilar por el bienestar de los niños y en este caso de su niña.

  •  Si no tiene más preguntas con su permiso, pero debemos llegar al salón. Cualquier otra duda o pregunta adicional que tenga sobre el asunto diríjase a mi esposa que ella con mucho gusto contestara cada una de ellas.

 

Las preguntas definitivamente habían incomodado a Steven.  El sudor de su frente había conseguido incrementarse debido a las respuestas que le dio a la Dra. Poniéndolo más incómodo de la cuenta provocando que sus nervios fueran más reales a lo que mirando a la niña le dijo.

 

  • Elizabeth, no quiero que te acerques a esa Dra. ¿está bien? Te lo pido no te acerques y no le digas nada, sabes que si necesitas algo papi está aquí para ti y para lo que necesites.  Recuerda siempre, nuestro secreto siempre estará a salvo entre nosotros.

 

La niña lo miro de medio lado y sin ningún gesto continuo su camino al salón alejándose de el sin ni siquiera despedirse.  Steven regreso de inmediato a su casa y cuando estaba ya listo para entrar por la puerta del balcón principal de la casa se acercó muy sutilmente la Sra. Gertrudis entregándole un papel en la mano donde se veía que había una recompensa por información que diera con el paradero de su hija que hacía ya unas semanas estaba desparecida.

 

  • Hola Steven.  – Mientras se secaba una lagrima y sacudía su nariz como resultado de largas horas de llanto.

  • Hola Gertrudis. – Mirandola con rostro sospechoso.

  • ¿Estás seguro que nunca vieron por aquí a Marinita?  Ya van dos semanas y no aparece ni ella ni el pequeño Sandy. (Sandy el Perro San bernardo)

  • Sra. Le eh dicho ya más de una vez que no la eh visto.  Por favor le voy a pedir que siga su camino y de verdad lamento mucho que este pasando por esto, pero no la puedo atender ahora.

 

Steven se giró y continuo el camino hacia su casa.  Bajo las escaleras que se encontraban en la cocina que daban hacia el sótano totalmente alterado y allí se encerró hasta que toco la hora de regresar a la escuela por la pequeña Elizabeth.  Cuando llego el momento de salir a buscar a la pequeña se había percatado que se había quedado dormido y que tenía todas las manos maltratadas con heridas con sangre seca acompañadas de barro en todos sus brazos.  Se levanto completamente alterado y salió corriendo hacia afuera para montarse en su auto y buscar a su hija antes que esta saliera.  Ni importo cuan rápido viajo por el camino para llegar a tiempo ya era tarde y eso lo estaba consumiendo por dentro porque no quería que Elizabeth se quedara sola y más aún expuesta a que ninguna persona se acercara a ella con preguntas indeseables e innecesarias que pudieran dejar saber que algo estaba mal en la familia. 

 

Cuando llego ya había salido todo el mundo.  Los padres habían ya recogido a sus hijos y el patio del recreo estaba en completo silencio.  Steve salió corriendo a buscar en los alrededores a ver si la veía, pero cuando estaba pasando frente a la entrada de escuela al mirar hacia arriba pudo ver el reflejo de su adorada hija en la ventada de su salón de clases en el tercer piso mirando hacia afuera de la venta.  Salió corriendo hacia donde estaba para ir a buscarla cuando se percató que la Dra. Genises estaba llegando en su auto en esos precisos momentos.  Subió las escaleras a toda velocidad al extremo que sentía como sus pulmones casi estallaban de dolor por el exceso de fatiga que lo estaba llevando al límite en aquel momento.  había una pequeña remodelación en los salones del frente donde estaba el salón de ella, pero eso no fue obstáculo para que pasara a toda prisa hasta donde ella lo estaba esperando.   La puerta estaba abierta y cuando la abrió no pudo contener las lágrimas al verla. 

 

La Dra. Genesis había visto a Steven subir a toda prisa por las escaleras levantado una preocupación adicional a lo que ella ya había pensado y analizado que estaba pasando con la niña.  Aquella conducta que había visto en él, de un padre sobreprotector y demasiado celoso la tenía alerta desde aquella 3era vista que había tenido donde la niña le dejo saber que su papa siempre quería el ella hiciera lo que él quería.  Estaba tan aterrorizada al verlo correr tan despavorido que llamo al 911 y pidió ayuda a la policía porque no sabía con que se iba a encontrar cuando llegara al tercer piso de la escuela.

 

Cuando por fin abrió la puerta de las escaleras de aquel tercer piso noto que había un silencio sepulcral, comenzó a caminar lentamente y con mucho cuidado ya que el pasillo estaba lleno de herramientas de la remodelación de los salones y no quería tropezar con nada que alertara a aquel hombre que había alguien más allí. Ya estaba llegando al salón cuando noto el llano y los sollozos de aquel padre que acaba de llegar a buscar a su hija.  Intento abrir la puerta y al ver que estaba asegurada desde adentro comenzó a llamar cuidadosamente.

 

  • ¿Steven, está usted ahí?  Soy yo la Dra. Genesis, será que me puede abrir la puerta para ayudarlo

 

Hubo un silencio momentáneo cuando de repente se escuchó la voz de Steven decirle entre llantos y alterado.

 

  • Ayúdeme Dra. Ya no aguanto más. Se lo suplico Creo que voy a hacerle daño a la niña.    

 

 

La Dra ante aquel reclamo comenzó a patear la puerta y utilizando una pala que había tirada en el suelo de la construcción Hizo un gran hueco en la puerta por donde metió sus manos para quitarle el seguro a la misma y así poder entrar.  Cuando logro empujar la puerta Steven salió corriendo hacia la parte de atrás de una pared que había en el salón y soltó la niña justamente detrás de la puerta por donde entro la dra.  Steven seguía llorando y solo se le escuchaba decir.

 

  • Los siento Dra. Es mi hija, pero llévesela porque le iba a hacer daño, lo siento, lo siento, de verdad no quería. – Mientras seguía con sus manos laceradas en su rostro.

 

Steven seguía llorando hasta que de pronto se dio cuenta que había un silencio poco común y que la Dra no le respondía sus reclamos.  Sigilosamente se fue acercando hasta donde había dejado a la niña y cuando llego hasta la puerta sus ojos quedaron completamente asombrados al ver como la Dra Genesis estaba colgando del mismo agujero que había hecho con la pala para poder entrar.  Cuando vio sus piernas haciendo movimientos involuntarios se apresuró a abrir la puerta solo para encontrarse con uno de los peores momentos que había vivido este último año.  Elizabeth había tomado uno de los taladros eléctricos de la construcción y estaba matando a la Dra. Perforándole la cabeza una y otra vez.  Steven seguía mirando perplejo lo que su hija no paraba de hacer hasta que vio como había perforando tanto su rostro que su mandíbula se había desprendido de la cabeza dejando expuestos sus dientes y su lengua dejando el espacio para que su hija en un ataque de histeria casi poseída y bañada en sangre devorara la lengua de la Dra que había quedado expuesta entre su cráneo y lo que quedaba de su quijada.

 

La policía que había sido alertada por la Dra. Genesis había llegado minutos después de lo que había sucedido donde se encontraron con la imagen repugnante de la niña aun devorando a la Dra.  Aquella estampa era una desgracia, más aún cuando tuvieron que someterla entre 5 policías ya que no quería soltar el cuerpo.  Cuando entraron al salón, Steven había perdido la poca cordura que aún le quedaba quedando sumergido en un mundo completamente a la deriva que solo él podía ver mientras seguía repitiéndose una y otra vez a el mismo como tenía que ocultar lo que por el último año había sido un calvario para él. 

 

Luego de lo sucedido, la policía había ido a la casa de Steven y Paola para ir a dejarle saber a ella lo que había pasado con su familia, al llegar su auto estaba en las afueras de la casa y no se veía ningún movimiento fuera de lugar, lo que hacía que aquellas noticias que ellos llevaban fueran de mayor dolor para una madre y esposa que esperaba con gran ilusión resolver el problema que habían tenido por los últimos 12 meses.  Pero lo que ninguno espero ver fue, que cuando llegaron para investigar que había en aquel Sótano y porque el padre nunca salía de aquel lugar donde Steven se pasaba horas encerrado se encontraron con el cuerpo de Paola colgado del techo junto a los cuerpos mutilados y casi devorados de una niña y un perro san bernardo que habían desparecido hace ya un tiempo en el barrio donde ellos Vivian junto con una nota que decía.  Ella no es una niña es un monstruo, Mátenla.

 

Fin.

El Pasillo Obscuro 

by. fwpipo

El Pasillo Obscuro

Y entonces estaba ahí.  No había luces, solo la que entraba de la calle a través de alguna ventana que daba a los extremos de aquel pasillo.  Explicar la sensación de inquietud y nerviosismo no era una opción para mi cabeza, más aun cuando estaba intentando recordar todos los panoramas que había imaginado miles de veces, antes de llegar a aquel lugar.  Mi vista temblaba y sentía como poco a poco el calor tocaba mi rostro.  Creo que había 4 puertas a lo largo de ese pasillo, dos a cada extremo, y al final un camino que no llevaba a ninguna parte.  Cada puerta intentaba decirme algo pero no podía comprender cuál era la correcta y que quería de mí.  Cuando se tienen estas sensaciones en medio de una situación como la que estaba comenzando, no hay forma de describir cuán increíble podría ser.  Por más veces que lo hayas imaginado, no llegas a tener una idea concreta de cómo realmente será, hasta que llega el momento de la verdad.  Todo es tan diferente que jamás se acerca a lo que habías planificado.

 

Mis ojos trataban de enfocar hacia donde tenía que ir y aunque mi vista estaba firme hacia donde quería dirigirme, todo en aquel pasillo me ponía los nervios de punta.  Mi mente me preguntaba cada 5 segundos: ¿que va a pasar?, ¿que vas a ver?, ¿será real o simplemente será, otra vez, mi imaginación?  Pero, esta vez no había un café ni un trago que hiciera mi mente divagar. Los nervios junto con mi vista nublada por el alza de mi presión sanguínea eran el mejor ejemplo de que aquello era la vida real y estaba a punto de suceder. 

 

De pronto la vi.  Era una sombra al final de pasillo que venía justo hacia donde yo estaba.  La manera en que se movía era perturbadora y mientras se iba manifestando aquella imagen, con la que había soñado por los últimos meses de mi vida, mi corazón y mi pene reaccionaron como dos caballos listos para emprender una carrera sin fin.  El movimiento de su cuerpo era perfecto. La forma en que aquel traje negro se movía por el contorno de sus caderas me sofocaba de una manera alucinante.  Seguía ahí parado, al extremo del pasillo, tratando de enfocar aquella imagen que en el momento en que se materializó logró su cometido: dos latidos profundos, uno en mi pecho y el otro en medio de mis piernas.

 

 

Su pelo negro azabache y sus ojos obscuros como la noche hacían que no postrara mi mirada en nada más, haciendo que las puertas y la obscuridad de aquel lugar no estuvieran más en mi panorama.  La manera fija en que posaba su mirada en mí levantaba más aún el deseo que llevaba acumulado, junto con la incertidumbre de lo que pasaría cuando ya estuviera mas cerca. Fue entonces cuando escuché, casi como un susurro, aquella voz tan dulce y sensual que me dijo…

 

  • “Hola, extraño”

 

Y en ese preciso momento entendí que lo que estaba pasando era totalmente real. De inmediato, le contesté.

 

  • “Hola, extraña”

 

Me fui acercando poco a poco.  Mi corazón seguía cabalgando a un ritmo acelerado hasta que la tuve de frente y me dijo:

 

  • “¿Te he dicho que me encantas?”  Para luego de esas palabras bajarse de sus hermosas tacas, sin dejar de mirarme a los ojos, dejando su rostro a la altura de mi pecho.

 

Siempre imaginé como sería tocarla, como seria tenerla pegada de mí, y aunque los nervios seguían jugándome trucos, llegue a un punto donde me dije a mi mismo: ¡que se joda….! 

 

La atrapé por su cintura y la pegué de la pared.  La miré a los ojos y le dije:

 

  • “Así es que soñé tenerte”

 

Ella me miraba entre asombro y ganas, solo para atrapar mi boca con la suya y morderme mi labio inferior suavemente diciéndome:

 

  • “No puedo creer que estés aquí. Hagamos este sueño realidad.”  Mientras no dejaba de probar toda mi boca.

 

Todo surgió tan rápido que aún no había caído en cuenta de que lo que había imaginado estaba pasando.  Ella se había convertido en una fiera, pero de lo que aún no se había dado cuenta era que yo estaba igual o peor que ella.  Yo quería probarlo todo y por un instante, que resulto ser eterno, no sabía por donde empezar.  Miraba su boca, su cuello, su pelo, su mirada tan sensual inyectada de deseo… que no había forma humana de saber como comenzar. Así que, como buen caballero, pegué mi barba sutilmente a su cuello y mientras sentía su olor y probaba su oreja pude entender muy bien lo que tenía que hacer.  Luego de haber probado sus húmedos labios y aquella lengua flameante de deseo, bajé mis manos poco a poco por su cintura.  Hice que mis manos fueran de menos a más y cuando pude llegar hasta su hermoso y pronunciado trasero, mis manos no pudieron contener las ganas de tocarlas con pasión y apretarlas como si fueran mi más deseado tesoro. Pude sentirlas. Eran suaves, sensuales, cariñosas… pero al mismo tiempo, me dejaban saber cuán sedientas estaban de mí. Fue entonces cuando, luego de apretarlas sin contemplación, pude separarlas y sentir como ambas dejaban expuesto uno de mis más grandes anhelos. La apreté tan fuerte que cuando sentí que ya no había escapatoria la pegue hacia mí para que sintiera mi miembro, que estaba soltando chispas de placer sin misericordia, loco por tocar y sentir su piel aunque fuera por encima de aquel embriagante traje negro.

 

La pasión nos consumía. Mi boca, su boca, su cuello, su pelo, mi pene, sus tetas y su coño hacían que mi viaje hacia el paraíso no fuera suficiente. El deseo seguía aumentando y sentía como me bajaba una gota de sudor por la nuca.  Mi presión estaba por las nubes y yo me sentía en medio de todas ellas.  Así, la tome por sus caderas, le di media vuelta y la pegué contra la pared, de espaldas a mí.  Acto seguido me pegué a ella.  Mordí su cuello suavemente, moví su pelo hacia el lado y probé toda su nuca, incluyendo sus orejas.  Mis poros se erizaban de solo saborearle.  Mientras levantaba su traje, pegué mis caderas de su hermosas y suaves posaderas y comencé a pasar ambas manos suavemente, pero con mucha firmeza, entre sus piernas,… de atrás hacia adelante. Iba tocando el interior de sus muslos y cada vez que bajaba y subía, mis manos tocaban y sentían como su vagina estaba cada vez más mojada. Las caricias, a pesar de mi descontrol, eran suaves y apasionadas pero precisas.  Seguía pasando mis manos de abajo hacia arriba.  Era tanta su excitación que aun a través de su ropa podía sentir la erección de sus pezones y como su humedad había pasado de un simple latido a un desborde sin control, dejándole saber a mis manos que estaba lista para lo que yo quisiera hacer con ella. 

 

Pasé mi mano suavemente por su coño para experimentar aquel río que no dejaba de correr hacia mis dedos.  Al ver tanta humedad fue imposible no sacar mi mano y meter mis dedos en mi boca para probar el dulce sabor de su entre pierna, que en aquel momento era toda mía. Estaba tan extasiado que la miré y sin preguntarle, luego de probar mis dedos, puse mi mano en su boca y ella chupó cada uno de ellos probando así mi saliva y su flujo, convirtiendo aquello en un manjar único de sexualidad bruta.

 

Bajé nuevamente mi mano e introduje mis dedos hasta que tuve su clítoris entre ellos y sin pedirle permiso comencé a frotarla suavemente. Enseguida sentí como se acercó a mi oído y dejó escapar un gemido hueco, casi vacío, pero tan sensual que me dejó saber cuanto estaba disfrutando de ellos.  El ritmo que llevaba iba de menos a más, al igual que su respiración.  Los besos descontrolados eran la orden del día y en el momento que mas excitada estaba le dije:

 

  • “¡Voy a probarte!”

 

Así que me bajé, moví sus bragas hacia un lado y sin temor a nada pegué mi boca con fuerza hasta que encontré con mi lengua su clítoris. Ya con él en mis labios dejé que mi lengua hiciera su trabajo mientras la apretaba fuertemente por sus caderas hacia mi rostro. Seguía chupando y chupando suavemente, pero sin control.  Sus manos en mi cabeza me confirmaban cuanto lo estaba disfrutando. Eso hacía que mi excitación pasara a otro nivel en el cual sabía que se acercaba el momento de hacerla mía. Me puse de pie y aun con mi boca llena de su entrepierna no dejaba de besarme.  Solté mi correa y baje mi pantalón un poco para dejar salir mi pene.  Para mi sorpresa, ella había estirado su mano y me dijo al oído:

 

  • “Ahora soy yo la que quiere probar.”

 

Acto seguido se puso en cuclillas, acercó su boca a mi pene y mientras me miraba fijamente a los ojos comenzó a chuparlo sutilmente. El movimiento de su cabeza y la presión que ejercía en mí era perfecta. No era alocado, era sutil y preciso.  Con una mano me apretaba fuerte, como si no quisiera que se le escapara nada, y con la otra acariciaba mi espalda suavemente.  Yo estaba listo y sabia que ella también, así que luego de unos minutos la tome por los hombros, la puse de pie, subí su traje y puse mi pene entre sus piernas.  Aquel movimiento fue tan automático que su reacción fue similar al abrir una caja fuerte.  En el momento que la toqué con mi miembro una de sus piernas se levantó y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba alrededor de mi cintura, haciendo lo necesario para que yo me acomodara mejor y tomara el control de lo que iba a pasar.  Los besos y las caricias no paraban, pero fue en ese momento perfecto mientras besaba su cuello y lamía su oreja que le dije:

 

  • “Por fin voy a estar dentro de ti”

 

Acto seguido, la penetré.  El calentón en mi glande fue instantáneo. Mi cuerpo se erizó por completo. Su humedad se encargó de arropármelo, preparándolo para la labor que quería y logrando así que todo fuera perfecto.  Su respiración había subido de tono ese gemido ahogado, mientras sentía como mi grueso pene iba haciendo espacio. Sus gemidos fueron música para mis oídos.  Sus ojos almendrados se habían vuelto más pequeños de lo normal debido a lo que acababa de suceder.  Su mirada, inyectada de fuego y placer, no dejaba de mirarme mientras yo seguía empujando e iba haciendo camino entre sus labios interiores con toda la intención de llegar hasta el final, donde ambas caderas chocaran dejando saber que ya lo tenía todo adentro.

 

  • “¿Me sientes?” Le pregunté.

  • “¡Si! Los siento todo”. Respondió.

 

Entonces comenzó el baile.  La sintonía era perfecta.  Nuestras caderas parecían hechas una para la otra. El movimiento y el ritmo eran sinfónicos, no dejando espacio a ninguna nota musical desafinada.  Ya no era una sola pierna. Mi grado de excitación era tal que la tomé por las caderas y la levanté hacia mí logrando que sus dos piernas quedaran perfectas en mi cintura, cual cinturón ajustado, afincándola contra la pared para de esta manera tenerla segura mientras no paraba de moverme y penetrarla con fuerza.  Sus brazos seguían alrededor de mi cuello mientras me mordía los hombros.  Podía escuchar como liberaba pequeños gemidos de placer en cada estocada que le daba con pasión.  El control de los dos ya no era una opción y cuando la volvía a mirar con mi rostro rojo y sudoroso por el placer y la fuerza con la que la penetraba me dijo:

 

  • “Bájame. Quiero que me cojas en cuatro.”

 

La bajé enseguida. La puse de espaldas y subí nuevamente su traje hasta la cintura.  Puso sus manos pegadas contra la pared y mientras me miraba por encima de su hombro izquierdo me dijo:

 

  • “Métemelo”

 

Me agarré muy bien el miembro y mientras la agarraba con una mano por las caderas, con la otra lo acomodaba bien, encajándolo de golpe en su vulva.  El gemido de aquella penetración se convirtió en un grito ahogado de gusto, de placer, de deseo, donde lo único que ambos queríamos era seguir al mismo ritmo hasta que llegáramos al placer infinito.  El golpeteo de mis caderas se había salido de control.  No podía detenerme y mientras la tenía sujetada por las caderas liberé una de mis manos para darle una nalgada y escuchar como me decía:

 

  • “¡Otra más!”

 

Y así seguí hasta que vi lo rojas que se habían puesto. Fijé mi mirada en aquella melena negra y sin decirle nada lo acomode y le dije desde donde estaba: 

 

  • “¡Esto es lo que quería hacerte!”

 

Acto seguido, muy sutilmente la tome por el pelo y continué sin control.  Sus caderas pegaban tan fuerte en las mías que todo su cuerpo temblaba y el sonido del golpeteo era alucinante.  Quería preguntarle si estaba bien, pero cuando me disponía a hacerlo sentí como todo su cuerpo comenzó a trincarse y me dijo totalmente enloquecida:

 

  • “¡No Pares!”

 

Había llegado el momento y lo podía sentir.  Estaba a punto de estallar de placer y yo lo sabía.  Su lenguaje corporal era descontrolado y eso me volvió tan loco que cuando comenzó a estremecerse de placer, mientras tenía aquel orgasmo intenso, yo exploté de placer, corriendo todo mi semen dentro de ella sin poder detenerme.  Todo fue una explosión de emociones donde yo no podía parar de descargarme dentro de ella.  Tenía mis ojos cerrados. Fueron tan increíbles aquellos dos orgasmos que ambos podíamos sentir como nuestras piernas no dejaban de temblar.  La voltee suavemente hacia mí, puse mis manos en su rostro y mientras la miraba dulcemente le dije:

 

  • “Eres lo más maravilloso que me ha pasado en la vida. Nunca había deseado a nadie así.  Eres fantástica. No solo quiero cogerte otra vez, si no que quiero que seas la preocupación de mis días; ese “buenos días” de mis mañanas; ese “hola, ¿estás bien?; y ese “que bueno saber de ti, espero hayas comido” – Para de inmediato posar mi boca sobre la suya y a través de un apasionado beso dejar claro que había nacido algo más entre nosotros dos.

 

 

Sus uñas quedaron marcadas en aquella pared blanca y el olor a sexo aún nos rodeaba, El lugar nunca fue escogido, la obscuridad de aquel pasillo no tenia explicación, y si me preguntan como llegué allí, solo diré que eso es motivo de otra historia. 

 

Fin. 

Mi Imaginación

By: fwpipo

Mi Imaginación

 

Pudiera contar mil historias de como durante la vida uno aprende a ser evolutivo y transformarse contra los resultados de lo vivido.  Cada año que pasa el tiempo nos acompaña y claramente nos deja saber que personalmente uno no lo sabe todo. La vida se ve de otra forma y el desespero de mi juventud ya pasa a ser un viejo amigo que no hace falta de compañía. 

 

Ser consciente de las cosas que uno puede hacer es tan gratificante como excitante y más aun cuando puedes manejar acontecimientos que ya has visto o vivido anteriormente y sabes cual será el resultado final, aunque algunos te critiquen de negativo. 

 

Ahora bien, que hace que algo sea tan intrigante para crear esa incertidumbre que te ponga los pelos de punta y haga volar tu imaginación. Tal vez un auto nuevo, alguna ciudad que no hayas visto o visitado, quizás un plato de comida nuevo de algún restaurante, por que no.  Cada uno es válido en especial cuando no tienes la oportunidad de verlo y entonces dejas correr toda tu imaginación de cómo será. Vez un auto y piensas como será su olor, su motor, su manejo.  Vez una ciudad diferente y piensas, como será la gente, como será la comida.  Igual también como el restaurante donde vez la comida que preparan y piensas como será su olor como será su sabor y cómo será el servicio.  Todo es válido, es algo normal.

 

Pero y cuando es la chica que te gusta, la que nunca has visto de cerca, la que ni siquiera has hablado de frente con ella, es ahí entonces cuando te preguntas hasta donde pueden llegar mis ideas. Pero bueno, si me preguntas a mi sobre que pienso, la respuesta es que yo, no tengo límites para la imaginación.

 

Era alta de pelo castaño casi negro.  Su piel rondaba entre un hermoso claro obscuro que dejaba ver con detalles lo suave que era la misma. También dentro de su brillo natural se podía ver como estaba adornada con pequeños vellos de color miel claro que se pronunciaban desde su cuello hasta sus delicados y hermosos brazos. Sus manos eran tan bellas que no necesitaban ningún adorno y la gracia con que movía sus dedos al hablar era solo una respuesta a como sería una caricia suave y seductora a la que yo ya había llamado mi debilidad.  Su sola presencia hacía que los nervios lograran en mi la sensación más indescriptible del mundo.  Sentir mi propia voz entrecortada mientras intentaba decirme a mí mismo lo hermosa que se veía era de locos, pero si eso era ridículo peor era sentir al mismo tiempo como el calor y el libido recorría por mis venas provocando inexplicablemente como la presión de toda mi sangre bajaba al lugar más protegido de mis pantalones. 

 

Su consistencia era encantadora.  No había un día que la viera llegar al café y que no despidiera tanto encanto al entrar mientras contoneaba su cuerpo al caminar.  Ella no lo sabía, pero su olor suave a gardenias mezclado con jazmín llega a mi mesa, tan directamente, como si supieran que yo era el más interesado en él.  Era tan embaucador que podía sentir como si estuviera sentada a mi lado lista para acariciarme y posar sus labios en los míos mientras me decía buenos días suavemente al oído.  Su manera de hablar su amabilidad con la gente y hasta su manera de tomar el café era completamente seductora.

 

Día tras día era lo mismo, Tal vez pudiera sonar de locos o hasta de acosador, pero no podía evitar llegar todos los días temprano al café para solo verla entrar por aquella puerta y poner mi mente a volar. Entre mil y una idea de lo que sería capaz de hacer, si tan solo tuviera la oportunidad de tenerla en mi cama. Si ella supiera que, con solo verla caminar, hace que mi vista se nuble y mi corazón se acelere a tal grado que mi sangre se calienta y mi mente vuela entre la realidad y mi imaginación. 

 

  • ¡Hola! 

  • ¡Hola Guapa!

  • ¿Me puedo sentar?

  • ¡Claro! 

  • Veo que visitas este café regularmente, ¿eres de por aquí?

  • Sí, vivo a tres cuadras. ¡Adoro este lugar!

  • Y yo. No solo por lo exquisito del café si no, por el gran ambiente que se siente cuando se está aquí.

  • Me pasa lo mismo y es agradable ver como personas como tu vienen seguido y alegran aún mas este lugar.

  • Que interesante que pienses así porque cada vez que vengo y te veo, en la misma mesa, pienso lo mismo. Pocas veces ves alguien como tu con tan buen gusto.

 

Contestando solamente con un gracias totalmente sorprendido.

 

 

Y así fue como comenzó la idea, un deseo.  Los días siguientes fueron iguales, en el mismo café, a la misma hora, acompañado de la mujer más hermosa de mis sueños. La comunicación era excelente, siempre había algo de que hablar y sin darnos cuenta ya éramos grandes amigos. De aquel café que nos encantaba pasamos a una cita a uno de mis restaurantes favoritos.  Era increíble como todo lo que le mostraba y le decía, a ella también le gustaba.  Sus gustos y los míos parecieran haber nacido de la misma madre y se complementaban como gemelos idénticos.

 

  • La comida de aquí está casi tan buena como la que yo hago.

  • O sea, ¿que también cocinas?

  • Claro y soy excelente.

  • Pues eso significa, que la próxima vez, voy a querer entonces que me cocines.

  • ¡Perfecto! ¿tenemos otra cita?

  • ¡Claaaaroo que sí! (Mientras sus miradas se quedaban fijas)

 

La noche fue mágica, la música, la comida, el postre, pero sobre todo la compañía.  La despedí en su auto y sorpresivamente fue ella quien tomo la iniciativa.  Intente ser un caballero, pero el ver que se acercó a mi sin ninguna explicación, luego de abrir la puerta de su auto, fue inevitable reaccionar de otra manera.  Los nervios en mi me dejaron totalmente petrificado, solo para dejarme llevar por su agradecimiento, mientras ponía sus manos en mi rostro y dejaba caer sus tibios labios encima de los míos.  

 

  • Gracias por todo, lo pase de maravilla.

  • Gracias a ti por acompañarme, esa siempre fue la idea.

  • ¿Entonces cuando nos volvemos a ver?

  • Bueno, tomando en cuenta que ya usted invoco al chef que habita en mí, qué tal si nos vemos en mi apartamento para que seas testigo de mi comida y de lo que te dije.

  • Trato hecho. 

  • ¿Hasta el próximo viernes?

  • Claro que sí.  Hasta el próximo viernes entonces.

 

La semana fue eterna, suerte que luego de haber compartido los números de teléfonos, los mensajes de texto no paraban. Haciéndonos de la idea de cómo iba a ser ese día y de cual sería el menú.  Nunca le dije ya que, quería que fuera una sorpresa, pero lo que si no pude evitar fue que una de las condiciones que ella puso era que el vino no podía faltar, así que había que tener buenos abastos de vino para esa noche.

 

 

Como de costumbre, siempre que nos veíamos, llegó en su carro. Le envié mi ubicación para que no se perdiera el camino ya que, era la primera vez que llegaba hasta aquí. Desde que sonó el timbre de la puerta los nervios comenzaron a matarme.  Había practicado este momento durante la semana, mil veces para que no me pasara esto y como quiera me paso. La verdad era que no sabía si enojarme conmigo mismo o echarme a reír y dejarme llevar por lo estúpido que me sentía.  Fui a la cocina busqué el vermú que tanto le gusta y cuando abrí la puerta la recibí con la copa de vino en la mano.

 

Ella me miro entusiasmada y nuevamente me dio esa mirada que tanto me aloca.  El olor que desprendía su cuerpo, sus gestos y el ver como miraba aquella copa de vino, con tanto deseo, hizo que nuevamente mis piernas flaquearan y toda la sangre de mi cuerpo volara sin control para entre medio de mis piernas.

 

  • No dejas de ser un caballero, eres increíble

  • Solo soy detallista, eres mi invitada de honor. Mi responsabilidad es que la pases genial.

 

El jazz sonaba de fondo, el olor de la comida, que estaba por todo el apartamento era completamente embriagador.  Fuimos directamente a la cocina para hablar de como había sido nuestro día. Entre risas y carcajadas, todo fluía de la mejor manera del mundo. 

 

  • ¿Una copa más?

  • ¡Definitivamente que sí!

 

El alcohol ya estaba haciendo su efecto y podía notar como, en un abrir y cerrar de ojos, todo a nuestro alrededor fue tomando un ambiente totalmente diferente. Ella bailaba al ritmo de la música mientras levantaba su copa y me miraba fijamente. Moviendo todo su cuerpo tan sugestivamente, que tuve que sacarme por fuera del pantalón la camisa que llevaba puesta para que ella no viera el resultado de sus movimientos. Yo seguía intentado cocinar sin que se me quemara la comida, era realmente un reto que eso no pasara. Su mirada, sus comentarios, sus gestos y cada vez que se acercaba a mi para decirme algo, me la ponía bien difícil.

 

Ya casi la comida estaba lista y no tenía forma de explicar lo bien que la estaba pasando.  El vino seguía haciendo efecto, hasta que el mismo me recordó algo que había dejado pasar gracias a mis nervios y mi manera de querer hacer todo bien sin meter las patas. Cuando llego, estúpido, No la saludaste como debías. Mientras ella seguía mirando por las ventanas de mi apartamento las luces de la cuidad, me acerque cuidadosamente, la tome por una de sus manos y con la otra le toque su rostro suavemente y le dije:

 

  • No te salude cuando llegaste.

 

Con la ayuda de aquel vino, que había convertido todos mis nervios en mis aliados, puse mis labios húmedos suavemente sobre su boca, para dejarle saber como todo mi cuerpo se sentía al tenerla allí tan cerca. Ella cerró sus ojos dejándose llevar y fue inevitable abrir mi boca y tocar su lengua con la mía, que estaba completamente hirviendo.  El beso, de ser un saludo, se convirtió en uno apasionado. Ambos expresamos nuestro deseo de que aquello fuera así. Que cada uno pudiera sentir en su paladar el sabor no solo del vino que corría por las mismas, sino el de ese excelente sabor a sexualidad que llevaba en pausa desde que decidimos vernos por segunda vez. 

 

 

 

Luego de soltar nuestros labios, fui sutilmente directo a aquellos hermosos vellos en su cuello. El olor de su piel y su suavidad corrían entre mi nariz y mi boca provocando un placer genuino entre los dos. Seguía acercándola poco a poco hacia mí y le dije sutilmente al oído. 

 

  • Gracias por ser tan especial. 

 

Ella aún continuaba con sus ojos cerrados por la emoción de tan mágico momento. Yo no quería que se acabara nunca hasta que sentí cuando se despegó lentamente y me dijo. 

 

  • Si quieres que podamos comer, creo que es mejor que apagues la estufa porque, se está quemando la comida.

 

No sabía si echarme a reír o salir corriendo por lo que me había dicho.  Fui inmediatamente a la estufa y apagué todo ya que, realmente la comida casi estaba lista.  Puse todo en orden y cuando me di vuelta para preguntarle si ya deseaba comer me di cuenta que estaba justo detrás de mi mirándome tan sensualmente que no podía evitar saltar sobre ella y tomarla por completo.  

 

  • Creo que la comida puede esperar.

 

Como si fuera un baile, se pegó hacia mí, poniendo sus brazos sobre mi cuello para así buscar mi boca. Ya no me importaba nada, la tomé por la cintura para fundirnos en un beso tan apasionado que pude sentir la erección de sus pechos en el mío.  La acerqué hacia mi tan fuerte que, pude ver como despegaba su boca por un instante de la mía para para dejar salir un suspiro extasiado luego de pegar mi cadera junto con la suya. Todo era como lo había soñado ella era perfecta y yo solo quería complacerla. La pasión era tan profunda que en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos quitándonos la ropa.  Nuestras bocas seguían juntas, pero eso no era impedimento para seguir liberándonos de aquello que impedía que nuestros cuerpos desnudos se fundieran en uno.

 

Todo se hacía pequeño en el apartamento mientras seguían pasando los minutos.  Sentir su cuerpo junto al mío no tenía comparación. La calidez de sus pezones y la humedad de su vientre en mis manos era una cosa de locos.  Me sentía como un pulpo, quería tocarla toda, no quería que nada se me quedara pendiente. Intenté hacer el camino hacia el cuarto, pero fue imposible entre tanto deseo. Cuando me di cuenta, estábamos en la sala justamente al lado del sofá.  Intenté ser sutil y recostarla en él, pero de verdad que no sabía cuál de los dos estaba más ansioso, si ella o yo por lo tanto, tuve que tomar el control de la situación.  La tomé por los brazos y la acosté en el sofá.  El sofá de mi sala era ancho, de un gran espaldar y cabían cómodamente dos personas sin mucho problema. 

 

Ya estábamos desnudos. Todo lo que tenía en mi cabeza iba a ser relativamente más cómodo dejarlo correr. Le dije al oído, déjame empezar y acomódate. Ella entendió muy bien lo que le quise decir y automáticamente abrió sus torneadas piernas. No deje nada sin probar. Desde el principio de sus pies, hasta el comienzo de sus fantásticas caderas. No sabía que era mejor, si sentir toda su piel en mi boca o si verla gemir de placer cada vez que la probaba. Sentir y probar aquellos labios húmedos entre sus muslos me dejaban ese único sabor a sexo el cual no tenía manera de describir. 

 

Pase a sus pechos, aun con mi boca mojada. Ella me tomó por el rostro y me beso para probar lo mejor de ambas partes, Mi lengua hirviendo y el flujo sensual que dejo en mí, su húmeda vagina. Su lengua recorrió toda mi boca y luego de eso, dejó que siguiera mi labor encima de sus hermosos y bien pronunciados pechos.  Sus pezones color canela, totalmente erectos, eran perfectos para mi boca. Era tan satisfactorio verla a los ojos mientras probaba poco a poco todo aquello que me había dejado obtener en un momento de pasión y lujuria. El calor de nuestros cuerpos ya había alcanzado la temperatura correcta, ya la había probado completa y no había más satisfacción en mí que verla tan llena de placer y escucharla gemir mientras me pedía que la penetrara porque ya estaba lista, hacia rato. Yo lo seguía postergando mientras besaba su cuello y el lóbulo de su oreja, pero sabía que ya era el momento.  La mire lujuriosamente a los ojos y la hale por los tobillos hacia mí, pase mi lengua nuevamente entre sus piernas para luego acomodarme y mientras la iba penetrando le dije al oído:

 

  • Por fin estoy dentro de ti.

Ella exhalo un último aliento y me dijo.

 

  • No tienes idea cuanto lo estaba deseando.

 

Acto seguido me agarro por mis nalgas clavándome las uñas para apretarme más duro contra ella mientras yo, comenzaba a moverme.   Ambos no dejábamos de hablar yo le decía una perversidad y ella me contestaba con algo peor a lo que yo le había dicho.  Ambos estábamos tan alocados que, metí mis manos por su cintura y la puse boca abajo para que quedara en cuatro, mirando hacia el ventanal que daba a la calle.  Era increíble escucharla decirme lo mucho que le estaba gustando todo y como eso me prendía más.  Su hermoso trasero está siendo víctima de mis caderas por la fuerza con la que me estaba moviendo, llegue hasta sentir hasta temor de que me estuviera excediendo, pero no era así, entonces fue cuando ella vio que baje la intensidad, me miro por encima del hombre con aquel rostro lleno de libido salvaje y me dijo:

- no pares sigue así.      

 

Sin ningún pero, la complací.  La tenía agarrada por el pelo cuando ella misma. dio media vuelta, me puso las manos en los hombros y se subió encima de mí.  Comenzó a besarme el cuello, las orejas, el pecho y cuando ya estaba totalmente acomodado, ella misma se acomodó encima de mí, tomándome con sutileza para penetrarse. Comenzó a moverse de una manera tan lujuriosa y excitante que no podía dejar de mirarla. Ver como ella se autocomplacía mientras me miraba con aquellos bellos ojos cristalinos y tan sensuales hacían que no perdiera para nada las ganas de seguir así hasta que saliera sol.

 

Sus movimientos estaban comenzando a hacerme sentir que mi cuerpo se estaba preparando para explotar de placer.  Ella seguía a su ritmo, buscando ese orgasmo tan esperado, mientras seguía gimiendo y diciéndome cuan cerca estaba de conseguirlo. Fue ahí cuando le dije que yo estaba igual para luego de eso, ella explotara de placer.  Sus gemidos, sus quejidos y sus gritos resonaron en todo el apartamento sin ninguna clase de vergüenza. Su sudor caía encima de mí, haciendo que me provocara más excitación.  Estaba bajando el ritmo y fue cuando la tomé por las caderas y fui yo quien tomó el control.  Continue con el movimiento alocado, sin pausa, su cuerpo estaba erguido mirando hacia el techo cuando le dije:

- voy a explotar

en ese mismo instante me apretó con sus piernas y me dijo.

 

  • Dámela toda.

 

Eso mismo hice… sentí como seguí bombeando todo lo que tenía dentro de ella y complaciéndola como ella me lo pidió.  Sentía como clavaba sus uñas en mis brazos, mientras seguía en movimiento, para no dejar por nada del mundo que se desperdiciara ni una gota de placer.

 

Ambos estábamos jadeando y a la misma vez muertos de la risa con lo que acababa de pasar.  Ella cayó encima de mi para besarme y abrazarme, me estaba mirando a los ojos en silencio y le dije.

 

  • ¿Quieres comer ahora?

 

Y ella me dijo

 

  • La comida puede esperar, ahora me toca a mí.

 

No paraba de reírme, era todo perfecto, todo lo que siempre he deseado. 

 

Así que, le dije a la mesera:

 - Gracias como siempre por todo. El café estaba exquisito. El ambiente conmigo mismo es el mejor. Tomé mi bulto, toda mi imaginación y comencé mi día como todos los anteriores.

 

Fin.

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