top of page

Mi Imaginación

By: fwpipo

Mi Imaginación

 

Pudiera contar mil historias de como durante la vida uno aprende a ser evolutivo y transformarse contra los resultados de lo vivido.  Cada año que pasa el tiempo nos acompaña y claramente nos deja saber que personalmente uno no lo sabe todo. La vida se ve de otra forma y el desespero de mi juventud ya pasa a ser un viejo amigo que no hace falta de compañía. 

 

Ser consciente de las cosas que uno puede hacer es tan gratificante como excitante y más aun cuando puedes manejar acontecimientos que ya has visto o vivido anteriormente y sabes cual será el resultado final, aunque algunos te critiquen de negativo. 

 

Ahora bien, que hace que algo sea tan intrigante para crear esa incertidumbre que te ponga los pelos de punta y haga volar tu imaginación. Tal vez un auto nuevo, alguna ciudad que no hayas visto o visitado, quizás un plato de comida nuevo de algún restaurante, por que no.  Cada uno es válido en especial cuando no tienes la oportunidad de verlo y entonces dejas correr toda tu imaginación de cómo será. Vez un auto y piensas como será su olor, su motor, su manejo.  Vez una ciudad diferente y piensas, como será la gente, como será la comida.  Igual también como el restaurante donde vez la comida que preparan y piensas como será su olor como será su sabor y cómo será el servicio.  Todo es válido, es algo normal.

 

Pero y cuando es la chica que te gusta, la que nunca has visto de cerca, la que ni siquiera has hablado de frente con ella, es ahí entonces cuando te preguntas hasta donde pueden llegar mis ideas. Pero bueno, si me preguntas a mi sobre que pienso, la respuesta es que yo, no tengo límites para la imaginación.

 

Era alta de pelo castaño casi negro.  Su piel rondaba entre un hermoso claro obscuro que dejaba ver con detalles lo suave que era la misma. También dentro de su brillo natural se podía ver como estaba adornada con pequeños vellos de color miel claro que se pronunciaban desde su cuello hasta sus delicados y hermosos brazos. Sus manos eran tan bellas que no necesitaban ningún adorno y la gracia con que movía sus dedos al hablar era solo una respuesta a como sería una caricia suave y seductora a la que yo ya había llamado mi debilidad.  Su sola presencia hacía que los nervios lograran en mi la sensación más indescriptible del mundo.  Sentir mi propia voz entrecortada mientras intentaba decirme a mí mismo lo hermosa que se veía era de locos, pero si eso era ridículo peor era sentir al mismo tiempo como el calor y el libido recorría por mis venas provocando inexplicablemente como la presión de toda mi sangre bajaba al lugar más protegido de mis pantalones. 

 

Su consistencia era encantadora.  No había un día que la viera llegar al café y que no despidiera tanto encanto al entrar mientras contoneaba su cuerpo al caminar.  Ella no lo sabía, pero su olor suave a gardenias mezclado con jazmín llega a mi mesa, tan directamente, como si supieran que yo era el más interesado en él.  Era tan embaucador que podía sentir como si estuviera sentada a mi lado lista para acariciarme y posar sus labios en los míos mientras me decía buenos días suavemente al oído.  Su manera de hablar su amabilidad con la gente y hasta su manera de tomar el café era completamente seductora.

 

Día tras día era lo mismo, Tal vez pudiera sonar de locos o hasta de acosador, pero no podía evitar llegar todos los días temprano al café para solo verla entrar por aquella puerta y poner mi mente a volar. Entre mil y una idea de lo que sería capaz de hacer, si tan solo tuviera la oportunidad de tenerla en mi cama. Si ella supiera que, con solo verla caminar, hace que mi vista se nuble y mi corazón se acelere a tal grado que mi sangre se calienta y mi mente vuela entre la realidad y mi imaginación. 

 

  • ¡Hola! 

  • ¡Hola Guapa!

  • ¿Me puedo sentar?

  • ¡Claro! 

  • Veo que visitas este café regularmente, ¿eres de por aquí?

  • Sí, vivo a tres cuadras. ¡Adoro este lugar!

  • Y yo. No solo por lo exquisito del café si no, por el gran ambiente que se siente cuando se está aquí.

  • Me pasa lo mismo y es agradable ver como personas como tu vienen seguido y alegran aún mas este lugar.

  • Que interesante que pienses así porque cada vez que vengo y te veo, en la misma mesa, pienso lo mismo. Pocas veces ves alguien como tu con tan buen gusto.

 

Contestando solamente con un gracias totalmente sorprendido.

 

 

Y así fue como comenzó la idea, un deseo.  Los días siguientes fueron iguales, en el mismo café, a la misma hora, acompañado de la mujer más hermosa de mis sueños. La comunicación era excelente, siempre había algo de que hablar y sin darnos cuenta ya éramos grandes amigos. De aquel café que nos encantaba pasamos a una cita a uno de mis restaurantes favoritos.  Era increíble como todo lo que le mostraba y le decía, a ella también le gustaba.  Sus gustos y los míos parecieran haber nacido de la misma madre y se complementaban como gemelos idénticos.

 

  • La comida de aquí está casi tan buena como la que yo hago.

  • O sea, ¿que también cocinas?

  • Claro y soy excelente.

  • Pues eso significa, que la próxima vez, voy a querer entonces que me cocines.

  • ¡Perfecto! ¿tenemos otra cita?

  • ¡Claaaaroo que sí! (Mientras sus miradas se quedaban fijas)

 

La noche fue mágica, la música, la comida, el postre, pero sobre todo la compañía.  La despedí en su auto y sorpresivamente fue ella quien tomo la iniciativa.  Intente ser un caballero, pero el ver que se acercó a mi sin ninguna explicación, luego de abrir la puerta de su auto, fue inevitable reaccionar de otra manera.  Los nervios en mi me dejaron totalmente petrificado, solo para dejarme llevar por su agradecimiento, mientras ponía sus manos en mi rostro y dejaba caer sus tibios labios encima de los míos.  

 

  • Gracias por todo, lo pase de maravilla.

  • Gracias a ti por acompañarme, esa siempre fue la idea.

  • ¿Entonces cuando nos volvemos a ver?

  • Bueno, tomando en cuenta que ya usted invoco al chef que habita en mí, qué tal si nos vemos en mi apartamento para que seas testigo de mi comida y de lo que te dije.

  • Trato hecho. 

  • ¿Hasta el próximo viernes?

  • Claro que sí.  Hasta el próximo viernes entonces.

 

La semana fue eterna, suerte que luego de haber compartido los números de teléfonos, los mensajes de texto no paraban. Haciéndonos de la idea de cómo iba a ser ese día y de cual sería el menú.  Nunca le dije ya que, quería que fuera una sorpresa, pero lo que si no pude evitar fue que una de las condiciones que ella puso era que el vino no podía faltar, así que había que tener buenos abastos de vino para esa noche.

 

 

Como de costumbre, siempre que nos veíamos, llegó en su carro. Le envié mi ubicación para que no se perdiera el camino ya que, era la primera vez que llegaba hasta aquí. Desde que sonó el timbre de la puerta los nervios comenzaron a matarme.  Había practicado este momento durante la semana, mil veces para que no me pasara esto y como quiera me paso. La verdad era que no sabía si enojarme conmigo mismo o echarme a reír y dejarme llevar por lo estúpido que me sentía.  Fui a la cocina busqué el vermú que tanto le gusta y cuando abrí la puerta la recibí con la copa de vino en la mano.

 

Ella me miro entusiasmada y nuevamente me dio esa mirada que tanto me aloca.  El olor que desprendía su cuerpo, sus gestos y el ver como miraba aquella copa de vino, con tanto deseo, hizo que nuevamente mis piernas flaquearan y toda la sangre de mi cuerpo volara sin control para entre medio de mis piernas.

 

  • No dejas de ser un caballero, eres increíble

  • Solo soy detallista, eres mi invitada de honor. Mi responsabilidad es que la pases genial.

 

El jazz sonaba de fondo, el olor de la comida, que estaba por todo el apartamento era completamente embriagador.  Fuimos directamente a la cocina para hablar de como había sido nuestro día. Entre risas y carcajadas, todo fluía de la mejor manera del mundo. 

 

  • ¿Una copa más?

  • ¡Definitivamente que sí!

 

El alcohol ya estaba haciendo su efecto y podía notar como, en un abrir y cerrar de ojos, todo a nuestro alrededor fue tomando un ambiente totalmente diferente. Ella bailaba al ritmo de la música mientras levantaba su copa y me miraba fijamente. Moviendo todo su cuerpo tan sugestivamente, que tuve que sacarme por fuera del pantalón la camisa que llevaba puesta para que ella no viera el resultado de sus movimientos. Yo seguía intentado cocinar sin que se me quemara la comida, era realmente un reto que eso no pasara. Su mirada, sus comentarios, sus gestos y cada vez que se acercaba a mi para decirme algo, me la ponía bien difícil.

 

Ya casi la comida estaba lista y no tenía forma de explicar lo bien que la estaba pasando.  El vino seguía haciendo efecto, hasta que el mismo me recordó algo que había dejado pasar gracias a mis nervios y mi manera de querer hacer todo bien sin meter las patas. Cuando llego, estúpido, No la saludaste como debías. Mientras ella seguía mirando por las ventanas de mi apartamento las luces de la cuidad, me acerque cuidadosamente, la tome por una de sus manos y con la otra le toque su rostro suavemente y le dije:

 

  • No te salude cuando llegaste.

 

Con la ayuda de aquel vino, que había convertido todos mis nervios en mis aliados, puse mis labios húmedos suavemente sobre su boca, para dejarle saber como todo mi cuerpo se sentía al tenerla allí tan cerca. Ella cerró sus ojos dejándose llevar y fue inevitable abrir mi boca y tocar su lengua con la mía, que estaba completamente hirviendo.  El beso, de ser un saludo, se convirtió en uno apasionado. Ambos expresamos nuestro deseo de que aquello fuera así. Que cada uno pudiera sentir en su paladar el sabor no solo del vino que corría por las mismas, sino el de ese excelente sabor a sexualidad que llevaba en pausa desde que decidimos vernos por segunda vez. 

 

 

 

Luego de soltar nuestros labios, fui sutilmente directo a aquellos hermosos vellos en su cuello. El olor de su piel y su suavidad corrían entre mi nariz y mi boca provocando un placer genuino entre los dos. Seguía acercándola poco a poco hacia mí y le dije sutilmente al oído. 

 

  • Gracias por ser tan especial. 

 

Ella aún continuaba con sus ojos cerrados por la emoción de tan mágico momento. Yo no quería que se acabara nunca hasta que sentí cuando se despegó lentamente y me dijo. 

 

  • Si quieres que podamos comer, creo que es mejor que apagues la estufa porque, se está quemando la comida.

 

No sabía si echarme a reír o salir corriendo por lo que me había dicho.  Fui inmediatamente a la estufa y apagué todo ya que, realmente la comida casi estaba lista.  Puse todo en orden y cuando me di vuelta para preguntarle si ya deseaba comer me di cuenta que estaba justo detrás de mi mirándome tan sensualmente que no podía evitar saltar sobre ella y tomarla por completo.  

 

  • Creo que la comida puede esperar.

 

Como si fuera un baile, se pegó hacia mí, poniendo sus brazos sobre mi cuello para así buscar mi boca. Ya no me importaba nada, la tomé por la cintura para fundirnos en un beso tan apasionado que pude sentir la erección de sus pechos en el mío.  La acerqué hacia mi tan fuerte que, pude ver como despegaba su boca por un instante de la mía para para dejar salir un suspiro extasiado luego de pegar mi cadera junto con la suya. Todo era como lo había soñado ella era perfecta y yo solo quería complacerla. La pasión era tan profunda que en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos quitándonos la ropa.  Nuestras bocas seguían juntas, pero eso no era impedimento para seguir liberándonos de aquello que impedía que nuestros cuerpos desnudos se fundieran en uno.

 

Todo se hacía pequeño en el apartamento mientras seguían pasando los minutos.  Sentir su cuerpo junto al mío no tenía comparación. La calidez de sus pezones y la humedad de su vientre en mis manos era una cosa de locos.  Me sentía como un pulpo, quería tocarla toda, no quería que nada se me quedara pendiente. Intenté hacer el camino hacia el cuarto, pero fue imposible entre tanto deseo. Cuando me di cuenta, estábamos en la sala justamente al lado del sofá.  Intenté ser sutil y recostarla en él, pero de verdad que no sabía cuál de los dos estaba más ansioso, si ella o yo por lo tanto, tuve que tomar el control de la situación.  La tomé por los brazos y la acosté en el sofá.  El sofá de mi sala era ancho, de un gran espaldar y cabían cómodamente dos personas sin mucho problema. 

 

Ya estábamos desnudos. Todo lo que tenía en mi cabeza iba a ser relativamente más cómodo dejarlo correr. Le dije al oído, déjame empezar y acomódate. Ella entendió muy bien lo que le quise decir y automáticamente abrió sus torneadas piernas. No deje nada sin probar. Desde el principio de sus pies, hasta el comienzo de sus fantásticas caderas. No sabía que era mejor, si sentir toda su piel en mi boca o si verla gemir de placer cada vez que la probaba. Sentir y probar aquellos labios húmedos entre sus muslos me dejaban ese único sabor a sexo el cual no tenía manera de describir. 

 

Pase a sus pechos, aun con mi boca mojada. Ella me tomó por el rostro y me beso para probar lo mejor de ambas partes, Mi lengua hirviendo y el flujo sensual que dejo en mí, su húmeda vagina. Su lengua recorrió toda mi boca y luego de eso, dejó que siguiera mi labor encima de sus hermosos y bien pronunciados pechos.  Sus pezones color canela, totalmente erectos, eran perfectos para mi boca. Era tan satisfactorio verla a los ojos mientras probaba poco a poco todo aquello que me había dejado obtener en un momento de pasión y lujuria. El calor de nuestros cuerpos ya había alcanzado la temperatura correcta, ya la había probado completa y no había más satisfacción en mí que verla tan llena de placer y escucharla gemir mientras me pedía que la penetrara porque ya estaba lista, hacia rato. Yo lo seguía postergando mientras besaba su cuello y el lóbulo de su oreja, pero sabía que ya era el momento.  La mire lujuriosamente a los ojos y la hale por los tobillos hacia mí, pase mi lengua nuevamente entre sus piernas para luego acomodarme y mientras la iba penetrando le dije al oído:

 

  • Por fin estoy dentro de ti.

Ella exhalo un último aliento y me dijo.

 

  • No tienes idea cuanto lo estaba deseando.

 

Acto seguido me agarro por mis nalgas clavándome las uñas para apretarme más duro contra ella mientras yo, comenzaba a moverme.   Ambos no dejábamos de hablar yo le decía una perversidad y ella me contestaba con algo peor a lo que yo le había dicho.  Ambos estábamos tan alocados que, metí mis manos por su cintura y la puse boca abajo para que quedara en cuatro, mirando hacia el ventanal que daba a la calle.  Era increíble escucharla decirme lo mucho que le estaba gustando todo y como eso me prendía más.  Su hermoso trasero está siendo víctima de mis caderas por la fuerza con la que me estaba moviendo, llegue hasta sentir hasta temor de que me estuviera excediendo, pero no era así, entonces fue cuando ella vio que baje la intensidad, me miro por encima del hombre con aquel rostro lleno de libido salvaje y me dijo:

- no pares sigue así.      

 

Sin ningún pero, la complací.  La tenía agarrada por el pelo cuando ella misma. dio media vuelta, me puso las manos en los hombros y se subió encima de mí.  Comenzó a besarme el cuello, las orejas, el pecho y cuando ya estaba totalmente acomodado, ella misma se acomodó encima de mí, tomándome con sutileza para penetrarse. Comenzó a moverse de una manera tan lujuriosa y excitante que no podía dejar de mirarla. Ver como ella se autocomplacía mientras me miraba con aquellos bellos ojos cristalinos y tan sensuales hacían que no perdiera para nada las ganas de seguir así hasta que saliera sol.

 

Sus movimientos estaban comenzando a hacerme sentir que mi cuerpo se estaba preparando para explotar de placer.  Ella seguía a su ritmo, buscando ese orgasmo tan esperado, mientras seguía gimiendo y diciéndome cuan cerca estaba de conseguirlo. Fue ahí cuando le dije que yo estaba igual para luego de eso, ella explotara de placer.  Sus gemidos, sus quejidos y sus gritos resonaron en todo el apartamento sin ninguna clase de vergüenza. Su sudor caía encima de mí, haciendo que me provocara más excitación.  Estaba bajando el ritmo y fue cuando la tomé por las caderas y fui yo quien tomó el control.  Continue con el movimiento alocado, sin pausa, su cuerpo estaba erguido mirando hacia el techo cuando le dije:

- voy a explotar

en ese mismo instante me apretó con sus piernas y me dijo.

 

  • Dámela toda.

 

Eso mismo hice… sentí como seguí bombeando todo lo que tenía dentro de ella y complaciéndola como ella me lo pidió.  Sentía como clavaba sus uñas en mis brazos, mientras seguía en movimiento, para no dejar por nada del mundo que se desperdiciara ni una gota de placer.

 

Ambos estábamos jadeando y a la misma vez muertos de la risa con lo que acababa de pasar.  Ella cayó encima de mi para besarme y abrazarme, me estaba mirando a los ojos en silencio y le dije.

 

  • ¿Quieres comer ahora?

 

Y ella me dijo

 

  • La comida puede esperar, ahora me toca a mí.

 

No paraba de reírme, era todo perfecto, todo lo que siempre he deseado. 

 

Así que, le dije a la mesera:

 - Gracias como siempre por todo. El café estaba exquisito. El ambiente conmigo mismo es el mejor. Tomé mi bulto, toda mi imaginación y comencé mi día como todos los anteriores.

 

Fin.

bottom of page